Ficha electoral

Israel Ficha electoral: Elecciones legislativas del 17 de marzo de 2015

Dos años después, el 17 de marzo de 2015 Israel celebró de nuevo elecciones, otra vez anticipadas. El adelanto de los comicios no fue provocado por una crisis de Gobierno ni porque Benjamin Netanyahu tuviera dificultades para mantenerse en el poder, sino porque el primer ministro quería cambiar a sus socios de gabinete, y prefería hacerlo tras pasar por las urnas, toda vez que las encuestas auguraban un buen resultado para su partido. De esta manera podría reparar el traspié sufrido por el Likud en 2013, cuando en coalición con Israel Nuestra Casa (Yisrael Beitenu) perdió once escaños y se vio obligado a formar Gobierno con los partidos de centro para no quedar rehén de las formaciones religiosas.

Todo hacía indicar que Netanyahu lograría un fácil triunfo, pues solo  debía evitar que Naftalí Bennett, líder de Casa Judía, arrebatara al Likud sus votantes más nacionalistas. Para intentar desviar el debate de los asuntos internos, terreno en el que apenas puede prometer soluciones tras casi seis dirigiendo el país, el primer ministro volvió a centrar sus mensajes en Irán, advirtiendo del peligro de que Occidente acepte un acuerdo que no suponga el fin de su programa nuclear. Por ello aceptó la invitación de los republicanos para intervenir ante el Congreso estadounidense, aunque no contara con el beneplácito de la Casa Blanca, donde defendió la necesidad de mantener las sanciones económicas contra Irán.

Lo que iba a ser una cómoda victoria del Likud empezó a complicarse cuando el Partido Laborista y Tzipi Livni (líder de Hatnua) decidieron unir sus fuerzas, y esta coalición de centro-izquierda poco a poco se consolidó en los sondeos como una posible alternativa a un tercer sucesivo Gobierno de la derecha. No es solo que Campo Sionista liderara las encuestas, sino que despertó en algunos la esperanza de que pudiera formarse una coalición anti-Netanyahu. En realidad, todo hacía indicar que el Likud encabezaría el nuevo Gobierno, pues aun no siendo el más votado, tendría fácil formar una nueva coalición. Por el contrario, las encuestas no daban ninguna posibilidad realista a Campo Sionista, salvo la de una improbable alianza entre la izquierda, el centro y los ultrarreligiosos.

Para evitar una derrota electoral que podría dejarle en manos de sus socios, el Likud intensificó sus esfuerzos en una doble dirección. Por una parte, trató de convencer a los simpatizantes de Casa Judía de que este partido y su líder, Naftalí Bennett, estarían en el gabinete fuera cual fuese su resultado electoral, al fin y al cabo es el partido más próximo al Likud. Por lo tanto, el mejor modo de garantizar que la derecha liderara el próximo Gobierno de Israel pasaba por votar al Likud y evitar su derrota electoral. Este enfoque resultó acertado, y Casa Judía pasó de los 15-16 escaños que pronosticaban las encuestas en un inicio, a 11-12 en los últimos días. Pero el triunfo del Likud no solo pasaba por convencer a los simpatizantes de derechas de que emitieran un “voto útil”, sino también por movilizar al electorado ideológicamente afín. Con este objetivo, la víspera y el mismo día de las elecciones Netanyahu apeló al miedo. Miedo a que la izquierda ganara de nuevo unas elecciones y reiniciara el moribundo proceso de paz con los palestinos para acabar aceptando la creación de un Estado palestino. Miedo incluso a que la izquierda decidiera apoyarse en el partido-coalición árabe para llegar al poder, y con ello los ciudadanos no judíos empezaran a tener voz y voto en las decisiones de Israel. Esta táctica también le dio resultado a Netanyahu. A pesar de que los ciudadanos acudieron a las urnas convencidos del triunfo de Campo Sionista, las encuestas a pie de urna confirmaron la victoria por la mínima de Campo Sionista, y los primeros resultados anticipaban un virtual empate, al día siguiente de las elecciones el país se levantó con un nuevo triunfo del Likud y su líder, Benjamin Netanyahu.

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