Elecciones constituyentes, 23 de octubre de 2011
Rafael Bustos | 27 Nov 2011
Los acontecimientos sorprendentes que comenzaron el 17 de diciembre con la inmolación del joven Mohamed Bouazizi en la ciudad interior de Sidi Bouzid iban a desatar una catarsis nacional de consecuencias inauditas y alcance mundial. El suceso, producto de una humillación individual, se transformó en la toma de conciencia de que la situación era indignante e intolerante para amplias capas de la sociedad. Éstas se movilizaron en Sfax, en Túnez capital y poco a poco por todo el país, dando pie a una contestación al régimen descentralizada e imparable. Aunque Túnez había conocido algunos movimientos organizados de protesta en los años previos, de magistrados, militantes de derechos humanos y especialmente mineros en la cuenca de Gafsa (2008), la nueva movilización resultó imposible de desactivar. Los cables de wikileaks sobre el clan mafioso llamado popularmente BAT (Ben Ali-Trabelsi), publicados por Le Monde, The Guardian y Spiegel a principios del año, vinieron a confirmar lo que todo el mundo sabía y decía en voz baja.