¿Sigue el Líbano en la cuerda floja?
Amaia Goenaga | 03 Dic 2017
El pasado 4 noviembre el primer ministro libanés Saad Hariri dimitía durante un viaje a Riad, causando un auténtico terremoto político y mediático, y generando preocupación y desconcierto a partes iguales. Preocupación, porque el acontecimiento coincidía en el tiempo con otra serie hechos altamente preocupantes, como el misil lanzado sobre el aeropuerto de Riad, o la inédita purga en el seno de las elites saudíes; y también con una serie de preocupantes declaraciones y movimientos por parte de EEUU y sobre todo de Israel. Desconcierto, porque, al menos en un primer momento, no estaba claro si la dimisión había sido una decisión propia, o había sido impuesta por el régimen saudí. Un desconcierto que, por cierto, aumentaba con el regreso de Hariri al Líbano para poner su resignación en suspenso.