Siria vota en unas elecciones previsibles

Fuente: 
EL MUNDO
Fecha de publicación: 
26 Mayo 2021

El país, sumido en la pobreza tras una década de guerra, celebra unos comicios que vaticinan la victoria de Bashar Asad

El estallido de un artefacto cerca de un centro de votación de Daraa fue lo más inesperado que ocurrió en la jornada electoral de ayer. No hubo víctimas. Todo lo demás fue previsible: el presidente y candidato a la reelección Bashar Asad yendo a votar rodeado de una multitud enfervorecida, muchedumbres entusiastas acudiendo a las urnas con la bandera nacional atada al cuello y una mayoría de sirios que ignoraban qué ocurría. El resultado tampoco decepcionará: victoria para Asad.
 
Las cadenas mostraron alRais, y a su esposa Asma, entrando orgullosos en un colegio electoral del suburbio damasceno de Duma. Fue un acto lleno de simbolismo, pues este fue el último lugar capitalino salvajemente asediado y bajo control insurgente -una milicia extremista- hasta que, tras un ataque químico que dejó al menos cuatro decenas de muertos en abril de 2018, los alzados hincaron la rodilla. Depositando el voto, el líder dijo que la opinión de Occidente sobre los comicios contaba "cero".
 
Así respondió el Presidente a los comentarios vertidos por el secretario de Estado de la Casa Blanca, Antony Blinken. El alto funcionario habló de unas "llamadas elecciones presidenciales" que "no son ni libres ni justas". Bashar Asad gobierna el país desde el año 2000, cuando sucedió a su padre, que ascendió al poder mediante un golpe militar. El hijo ha concurrido tres veces a unas elecciones y el porcentaje de votos a su favor no ha bajado del 90%. Para esta votación, según medios oficiales, hay 18 millones de electores.
 
Este miércoles, con centros de votación abiertos sólo en las zonas controladas por el Gobierno -la franja norte, parte de ella en manos kurdas y otra zona bajo influencia turca-, quienes acudían a las urnas trataban de mostrar su mejor cara. Tras comprobarse sus documentos, debían elegir la papeleta con el retrato de su candidato favorito -Asad o dos opositores tolerados, Abdallah Saloum Abdallah y Mahmoud Ahmed Marei-. En el momento de depositar el sobre, podían elegir entre hacer público su voto o mantenerlo en secreto. Lógicamente, según pudo comprobar un corresponsal de la agencia rusa TASS en un colegio de Damasco, la mayoría optaba por enseñar su voto: en Siria, ocultar algo te convierte en sospechoso.
 
De acuerdo con medios locales, los antidisturbios tuvieron que emplearse a fondo en algunos sitios para controlar las muchedumbres que hacían cola para votar. Algo similar había ocurrido semanas antes en la embajada siria en Beirut, una de las que abrió para los más de seis millones de sirios que han salido del país por la guerra. Los opositores en el exilio tildan estos actos de 'tour de force' con ánimo propagandístico. En el Líbano, partidarios y detractores de Asad acabaron chocando en las calles.
 
Nada que ver con lo que se vivía en los campos de desplazados, donde viven cientos de miles de sirios sin hogar y sin expectativas y donde la pobreza que sufre Siria se nota con más aplomo. Allí no había ni urnas, ni votos, ni una percepción sólida de que la esperada reelección de Bashar Asad vaya a cambiar el curso de sus vidas. Más de una década después del estallido del conflicto, con la mayor parte de la población hundida bajo el umbral de la pobreza, no se espera que un voto cambie las cosas.
 
"La reelección de Asad por otros siete años trae serios retos para la economía siria. Las sanciones Caesar, impuestas por EEUU y suscritas por la UE, virtualmente cortan el flujo de potencial inversión en Siria, ya que Washington puede imponer sanciones secundarias a compañías extranjeras que inviertan en la economía siria", recuerda Samuel Ramani, investigador en política siria en la Universidad de Oxford. No obstante, aclara el experto, países como Irán, Rusia, China e incluso Emiratos Árabes Unidos, que ha dejado de apoyar al frente opositor, podrían atreverse a desafiar las sanciones de Occidente tras las elecciones, que pueden servir para consolidar la victoria militar de Asad en la guerra. Del mismo modo, opina Ramani, "creo que es posible que Arabia Saudí normalice [sus relaciones] con Siria durante la legislatura, y que Qatar le siga". Esto podría reabrir la puerta de la Liga Árabe para Siria, y supondría, entienden la mayoría de expertos, la puntilla definitiva para el movimiento opositor. Todo ello a pesar de que Siria sigue formalmente presente en un proceso, auspiciado por la ONU, para redactar una Constitución de consenso para Siria que sirva para dejar atrás la guerra.
 
LLUÍS MIQUEL HURTADO