Con Egipto controlado por los militares, el primer presidente elegido por las urnas en detención militar y más de mil muertes en una semana de represión contra las fuerzas islamistas, este miércoles un juzgado de El Cairo ordenó la liberación del hombre que rigió el país durante tres décadas y contra cuyo régimen se levantó una revolución que inició un experimento democrático abortado poco más de un año después de nacer. Pero en un comunicado citado por la agencia Reuters, el Gobierno interino ha colocado al exdictador bajo arresto domiciliario, "bajo los términos del estado de emergencia".
Un tribunal de apelaciones de El Cairo estimó que ya se han agotado todas las apelaciones presentadas por la fiscalía para mantener a Hosni Mubarak en prisión. Sus cuatro procesos siguen abiertos, los de corrupción y el de la responsabilidad en la muerte de más de 800 manifestantes. Pero es muy probable que Mubarak salga de prisión en las próximas horas, cuando Egipto vive los días más inciertos tras su expulsión del poder.
El abogado de Mubarak, Farid el Dib, anunció la orden de liberación tras la vista oral que se produjo este miércoles en la prisión de Tora, en cuya planta médica se hallaba encerrado el expresidente. La fiscalía ya ha dicho que no apelará la decisión a pesar de las 48 horas concedidas por el juez, que dijo el plazo de prisión preventiva está ya agotado, después de varios meses en los que el tribunal ha prorrogado la detención en plazos de dos semanas. El caso en cuestión era el de corrupción por la aceptación de 28 millones de libras egipcias (2,9 millones de euros) en regalos de la editora de diarios pública Al Ahram, una cantidad que Mubarak ha devuelto de su fortuna personal. El domingo, el expresidente comparecerá ante la justicia de nuevo en una vista para la repetición de su juicio por no evitar la muerte de manifestantes durante las protestas de la primavera árabe en 2011.
El domingo también se prevé que comience la causa judicial contra la cúpula de la sociedad de los Hermanos Musulmanes, acusada de incitación a la violencia en los días previos y posteriores al golpe de Estado del 3 de julio, en el que los generales depusieron al presidente islamista Mohamed Morsi. El martes de madrugada la policía detuvo al líder supremo de la hermandad, Mohamed Badie, en un apartamento en el distrito cairota de Ciudad Naser, donde los islamistas habían acampado hasta el miércoles pasado, cuando una carga militar se saldó con la muerte de más de 600 personas. La oleada de manifestaciones, detenciones y ataques posteriores al desmantelamiento de los campamentos islamistas ha provocado más de un millar de muertos, 100 de ellos agentes de policía y soldados, en sólo una semana.
En teoría, según fuentes legales, el ejército podría coartar la salida de Mubarak de prisión si considera que con ello preserva la seguridad de la nación, dado que desde hace una semana rige en Egipto el estado de emergencia. Los generales, que apoyaron las tres décadas de régimen autoritario de Mubarak, le dejaron caer cuando estallaron las revueltas de la llamada primavera árabe. Acorralado, dimitió en febrero de 2011. Sus juicios comenzaron dos meses después. Entonces los militares tomaron el poder del país, y lo tutelaron hasta que se produjeron las primeras elecciones legislativas, presidenciales y constitucionales. En todas ganó la sociedad de los Hermanos Musulmanes, que en un año en el poder provocó un movimiento de rechazo de dimensiones nacionales cuyas protestas precedieron al golpe de Estado de julio.
Si sale de prisión, Mubarak tendrá sus activos congelados y se le prohibirá abandonar el país. En la cárcel siguen sus dos hijos, Gamal y Alaa, y su primer ministro Habib el Adli, los tres juzgados en casos similares de corrupción. El año pasado se declaró al expresidente culpable en la investigación de la matanza de manifestantes prodemocráticos de 2011, y se le condenó a cadena perpetua. Sus abogados apelaron la decisión y el juez ordenó la repetición del juicio.
Durante sus décadas en el poder, Mubarak mantuvo la represión contra los Hermanos Musulmanes heredada de sus predecesores en la presidencia de Egipto, Gamal Abdel Naser y Anuar el Sadat. En la clandestinidad, esa sociedad islámica se reforzó y se hizo muy organizada, para tomar las riendas del poder en los primeros meses de democracia del país. Ahora, con el cerco del ejército, se ve descabezada y desorientada. En los pasados días sus oficiales han vuelto a la sombra y sus manifestaciones han perdido vigor. Este miércoles, sin embargo, en las redes sociales varios de sus líderes convocaron para el viernes una jornada “de mártires”, pidiendo a sus seguidores que tomen las calles, mantengan vivas las protestas contra el golpe de Estado y exijan la restitución de Morsi.
David Alandete
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