El deterioro de la salud de Buteflika suscita dudas sobre el futuro de Argelia
Daniel Marx | 10 Mayo 2011
El viernes 15 de abril en un discurso muy esperado, el presidente argelino Abdelaziz Buteflika anunció importantes reformas políticas y constitucionales, entre las cuales: revisiones de la constitución, la ley electoral y ley de partidos políticos, cambios al Código de Familia y la abrogación del delito de prensa. Sin embargo, no fueron las medidas anunciadas las que captaron la atención de la nación, paralizada por ver el discurso televisado. Los argelinos vieron un Buteflika débil y enfermo, inaudible a veces e incapaz de levantar la vista de sus papeles. Tres semanas después, el debate provocado por su actuación no ha disminuido y abundan las cuestiones sobre su salud y las repercusiones que ésta puede tener para Argelia mientras el polvorín sigue estallando a través del mundo árabe.
Antecedentes del anuncio
La posibilidad de revueltas en Argelia es muy real dado el grado de malestar que afecta al país en la actualidad.
Lejos de estar protegido de lo que se sucede al otro lado de sus fronteras en Túnez y Libia o más allá incluso, en realidad, la posibilidad de revueltas en Argelia es muy real dado el grado de malestar que afecta al país en la actualidad. Sin embargo, para alivio del régimen, las únicas agitaciones hasta la fecha han sido esencialmente de carácter económico. Los disturbios violentos que tuvieron lugar a finales de diciembre y principios de enero fueron provocados fundamentalmente por el aumento de los precios de alimentos básicos, especialmente el azúcar y el aceite de cocina. Pero si aquellos disturbios tuvieron un final rápido cuando el gobierno intervino para bajar los precios, el malestar económico no ha cesado. Los primeros meses de 2011 han visto cientos de huelgas, protestas y sentadas afectando a casi todos los sectores, ya sea la administración, los puertos, refinerías de petróleo, hospitales, universidades, e incluso, las panaderías. Dada la magnitud de este malestar, la fragmentada oposición ha fracasado rotundamente, tanto en saber explotar el descontento popular como en saber transformarlo en demandas políticas populares.
Dicho esto, desde hace tiempo ha quedado patente que, políticamente hablando, Argelia está en un callejón sin salida. Aunque subsiste, su parlamento es inútil e ineficaz. La consecuencia de la inmensa mayoría, que ha disfrutado allí la coalición FLN-RND-MSP durante más de una década, ha sido que ha cesado progresivamente incluso de cumplir sus funciones básicas de proponer y debatir legislación1 . Mientras tanto el gobierno y los ministros parecen a veces desparecidos en combate. La legislación importante puede paralizarse durante meses en Argelia, tal como ocurrió durante los primeros cinco meses de 2010, cuando el gobierno no se reunió ni una sola vez. Ya que la Constitución presidencialista dicta que es el presidente y no el primer ministro quién dirige el consejo de gobierno, al final la actividad gubernamental está bajo criterio de Buteflika. Olvidado hace tiempo fue el Buteflika omnipresente y logorreico quien revolucionó la política argelina tras su elección de 1999. Aquella imagen fue definitivamente enterrada tras su tratamiento en el Hospital Val-de-Grâce de Paris en 2005, y los largos meses de inactividad posteriores. Desde entonces, a pesar de ganar la reelección en 2009, su presidencia ha sido definida por largos periodos de ausencia y silencio a medida que su estado de salud va pesando cada vez más sobre su capacidad de gobernar.