Carmen Rodríguez | 08 Jun 2015
Las urnas en Turquía se cerraron a las 17:00 horas y poco después de las 19.00 horas comenzaron a conocerse los primeros resultados electorales, con un 60% de votos escrutado. Todo el interés estaba puesto en el resultado de los votos conseguidos por el HDP, que debía sobrepasar la draconiana barrera electoral del 10% para acceder al Parlamento. Habitualmente, los partidos pro-kurdos han logrado en torno al 5,5-6,5% de votos en las elecciones, y han contado con candidaturas individuales para lograr tener representación en la Asamblea. Esta vez, tras los votos conseguidos por su líder Selahattin Demirtaş como candidato presidencial el año anterior, se decidió ir como partido a las elecciones, en una gran apuesta política que ha tenido el apoyo de un importante sector de la izquierda en Turquía. El HDP ha ampliado su base electoral y ha aspirado a convertirse en un partido a nivel nacional, que representa, no sólo las aspiraciones de la gran mayoría de la población kurda, si no que ha incluido en su discurso la defensa de los derechos y libertades fundamentales de otras minorías étnicas y religiosas, de las mujeres, del colectivo LGTB y de los trabajadores.
Conforme avanzaba el recuento electoral se confirmaba que el HDP lograba pasar el umbral electoral, que no sólo representaba un hito para el partido, sino también el fin de la mayoría absoluta para el AKP. Esta fue una noche electoral donde los perdedores se sintieron los vencedores. Toda la oposición coincidió en apuntar lo injusta y desigual que había sido la campaña política, en la que el AKP había contado con todo el apoyo del Estado, para desventaja de los otros partidos-el propio HDP sufrió un trágico atentado en su último mitin en Diyarbakir, que se saldó con 4 muertos y más de 400 heridos-, y todos los partidos de la oposición apuntaron a la derrota del presidente turco, Tayyip Erdoǧan, que a pesar de ser presidente y haber tenido que jugar un papel de neutralidad ante los diferentes partidos, no dudó en lanzarse a hacer campaña a favor del AKP y en atacar duramente a sus oponentes. “Es el fin de la discusión del sistema presidencialista” decía anoche Demirtas. Las aspiraciones de Erdoǧan de cambiar la Constitución turca de manera unilateral, apoyándose en una mayoría absoluta del AKP se han desvanecido. Si bien el AKP fue el vencedor de la noche del 7 de junio con el 40,81% de los votos, ha perdido cerca de 4 millones de votantes. El principal partido de la oposición, el CHP, consiguió el 25% de los votos, de hecho, parte de su porcentaje fue al HDP, como voto útil para lograr que este partido lograra pasar el umbral electoral. Por su parte, el partido ultra-nacionalista turco MHP logró el 16% y el HDP logró la histórica cifra del 13%.
El plazo es de 45 días a partir de las elecciones para formar gobierno, si no, habrá de nuevo, comicios. No será tarea fácil, el discurso y la práctica del AKP, que ha quemado puentes con el resto de fuerzas políticas, dificulta hasta casi lo imposible la formación con el partido de un gobierno estable. Ni el partido pro-kurdo HDP ni el partido ultra-nacionalista, MHP, se han mostrado favorables a un gobierno de coalición con el AKP. En este momento, sólo una coalición AKP-CHP parece posible, pero no será fácil debido a la figura omnipresente de Erdoǧan y al giro de 180 grados que el AKP debería dar en temas tan sensibles, como la corrupción, las relaciones entre el poder ejecutivo y el judicial o la política exterior hacia Siria.
El recién elegido Parlamento turco también hace historia por el número de mujeres diputadas que lo componen. En la pasada legislatura había 79 diputadas, en las elecciones de ayer llegaron a 96, 41 de ellas pertenecientes al AKP, 31 al HDP, 21 al CHP y 4 al MHP.
El total de reparto de escaños, a espera de los resultados oficiales queda de la siguiente manera: AKP, 258, CHP, 132, MHP, 81 y HDP, 79. sobre un total de 550 escaños en la Gran Asamblea Nacional.